sábado, 29 de mayo de 2010

Cómo distinguir...

A raíz de las dudas que a uno siempre le surgen de cuál es la diferencia entre Tyrannosaurus y Tarbosaurus, entre Albertosaurus y Gorgosaurus (si es que la hay) o entre Velociraptor y Dromaeosaurus, me ha venido a la cabeza crear esta nueva sección, comenzando con las diferencias entre dos clásicos históricamente mezclados, Diplodocus y Apatosaurus.

Ambos dinosaurios fueron descritos por O.C. Marsh en 1877, durante la Guerra de los Huesos. El Diplodocus fue relativamente afortunado al llevarse su descripción con relativo cuidado, no como en el caso del Apatosaurus. Al pobre bicho, que no pudo elegir su nombre, le hemos llamado Brontosaurus, Diplodocus, Elosaurus, Atlantosaurus y le hemos colocado el cráneo y los pies del Camarasaurus, aunque gracias a Dios todas estas dudas se aclararon con el hallazgo de dos esqueletos de Apatosaurus en Utah. Hoy, ya que disponemos de varios esqueletos de Diplodocus y varios de Apatosaurus (a veces con cráneo incluido) podemos pararnos a analizar sus diferencias más significativas.

Lógicamente, estos dos dinosaurios no se pueden distinguir a simple vista con una paleoilustración, por muy bien hecha que esté, así que nos vamos a fijar en el esqueleto de cada género. La principal diferencia entre ambos es la robustez, ambos son diplodócidos pero el esqueleto del Apatosaurus es mucho más robusto, y esto hace que, teniendo la misma longitud, un Diplodocus pese unas 15 toneladas y un Apatosaurus al menos 25 toneladas. Fijándonos en las vértebras cervicales podemos diferenciar muy bien esa robustez. Nótese en las imágenes como la vértebra de Apatosaurus no solo es más masiva a primera vista, sino que también tiene unos chevrones mucho más gruesos y distintivos. La vértebra superior (vista lateral) es de Diplodocus, y la inferior (vista frontal y lateral) de Apatosaurus.


Fijándonos en los pies de ambos dinosaurios, tenemos otra pequeña diferencia. Según un ejemplar de Diplodocus carnegiei, sabemos con certeza que el género tenía cinco dedos en el pie, pero tan sólo los dos primeros disponían de garras. En Apatosaurus, en cambio, las garras están presentes en los tres primeros dedos.

En cuanto al número de vértebras, es casi similaren ambos géneros pues poseen el mismo número de vértebras cervicales, dorsales y sacras, pero mientras Diplodocus tiene unas 73 vértebras caudales, Apatosaurus tiene 82. Aquí encontramos otro rasgo distintivo, pues Diplodocus significa "doble viga" en honor a la curiosa forma de los chevrones de las vértebras caudales, siendo este un rasgo que se da también en Cetiosaurus y Apatosaurus, pero en mucha menor medida. En la foto, la cola del Diplodocus carnegiei de Londres.


Y ahora os toca a vosotros, ¿conocéis más diferencias entre estos géneros? ¿qué os parece esta nueva sección?

domingo, 23 de mayo de 2010

Incisivosaurus

El Incisivosaurus fue un ovirraptorosauriano que tenía un escaso tamaño y cuya investigación es algo complicada. Medía entre 1 y 1’5 metros de longitud, pesaba tal vez unos 20 o 30 kilogramos, aunque esto no se sabe muy bien, y vivió durante el período Cretácico. Sus restos han sido encontrados en China, cerca de los del Oviraptor, y de hecho se cree que estos dos dinosaurios debieron de ser bastante parecidos (por algo están en la misma familia).


Los rasgos únicos del Incisivosaurus se encontraban en su cráneo, en el cuál había un gran hocico que ocupaba gran parte de la longitud del cráneo, varias menestras para aligerar peso, y tenía unos incisivos muy desarrollados en el hocico que son los que le dan su nombre, los cuales debieron de moler muy bien cualquier tipo de vegetación y se observan muy bien en ambas imágenes (la de arriba y la de abajo). Choca bastante encontrar un terópodo herbívoro, aunque no está del todo asegurado que este animal fuese carnívoro, herbívoro, y tal vez omnívoro.


La última incógnita del Incisivosaurus es una que comparte con el Oviraptor, ¿tenía plumas este dinosaurio? La mayoría de los expertos opinan que sí, aunque tampoco es algo que esté del todo claro. En caso de que las tuviera, se cree que no pudo volar con ellas, y las usaba para la exhibición o para asustar a otros animales no muy grandes. Por lo demás era bastante similar al
Oviraptor, pero más pequeño. En cuanto a apariciones cinematográficas, podemos ver una preciosa reconstrucción del Incisivosaurus en el tercer capítulo de Parque Prehistórico, que puedes ver en el blog.

lunes, 17 de mayo de 2010

Un Tesoro en Alcobendas (III)

Vamos a por el tercer y último post que trata la exposición de Alcobendas, que aún permanecerá allí hasta enero del 2011.

Comencemos con un "pez gordo", ni más ni menos que el Velociraptor, el segundo dinosaurio más conocido y amado por el público, cuya popularidad está injustamente debida a la saga Parque Jurásico, en la que se aumenta tres veces a este pobre animalito. La preciosa pieza que podemos apreciar aquí es ni más ni menos que un cráneo completo y excepcionalmente conservado. Un fósil único en el que apreciamos sólo algunas de sus armas ofensivas, como sus dientes curvados o su gran cuenca ocular, que le permitía una aguda visión. No habría estado mal que estuviese con una reproducción de su esquelto, pero sólo su cráneo es suficiente para que este terópodo nos haga temblar con su medio metro de altura.


Al otro lado de la misma vitrina, nos encontramos con otro cráneo, también muy pequeño, que en principio puede ser confundido con el de un anquilosaurio (al menos a mi me pasó xD). Pero no, se trata de un de los pocos restos que existen de la familia Homalocephalidae, un clado muy poco conocido de paquicefalosaurios con un rasgo muy importante. Estos paquicefalosaurios son fáciles de distinguir porque al contrario que los paquicefalosáuridos, los homalocefálidos no tienen una bóveda sobre el cráneo, sino que tienen desde el hocico hasta la coronilla una frente completamente plana y uniforme, que le da una forma triangular al cráneo.
El dinosaurio en cuestión se llama Goyocephale, y es, después del Homalocephale, uno de los homalocefálidos mejor conocidos. Su excepcional cráneo nos permite especular sobre los posibles choques que tal vez diesen los pequeños paquicefalosaurios con sus cabezas.


Un poquito más adelante nos topamos con un ejemplar de Protoceratops completo, bien conservado y articulado, el sueño de todo paleontólogo. El individuo en cuestión es un adulto, y su posible muerte no solo la podemos apreciar en el fósil, sino que junto a él hay una gran pantalla que nos explica, con unas animaciones estilo "Caminando entre Dinosaurios", la posible muerte y fosilización del dinosaurio en cuestión. Este pequeño ceratopsio, del que ya hemos hablado en la segunda parte, tiene desarrollado un pico verdaderamente imponente, y posiblemente se encuentra en la misma línea evolutiva que los conocidos ceratópsidos norteamericanos (Triceratops, Pentaceratops, Centrosaurus...), ya que es muy posible que algunos Protoceratops atravesaran el estrecho de Bering cuando este aún unía Asia y América.


A continuación, dos muy muy pequeños pero valiosos tesoros. Dos minúsculas crías de ornitisquios muy curiosas. En la primera foto, el esqueleto está casi completo y muy bien conservado, y es esta diminuta cría de (¿días?) ya se puede observar con claridad la pelvis de ornitisquio y el conducto respiratorio característico de los hadrosáuridos, además de las baterías dentales. Tal vez alguna de estas crías aún no había salido del huevo cuando se fosilizó.



Ahora volvemos con la estrella de la exposición, el Tarbosaurus, dinosaurio del que podemos observar un cráneo en perfecto estado, unos dientes fosilizados de gran tamaño y lo mejor, otro esqueleto completo montado en posición de caza, lo que lo hace aún más espectacular que el primer individuo. ¿Qué decir de él? Volvemos a apreciar el clásico modelo de tiranosáurido masivo en tres fósiles distintos. Como se observa en el cráneo, los dientes son de tamaños muy variados, ya que estos crecían y se iban renovando continuamente, como en el caso de los tiburones.




Por último, para cerrar la exposición (que no el post...) una vitrina que contiene algunos restos de un ejemplar JUVENIL de Tarbosaurus, algo digno de contemplar. Aunque el cráneo no está tan bien conservado como otros fósiles de la exposición, se observa como es mucho menos pasivo que el de un adulto, con fenestras más grandes y curvas, y un parecido bastante importante con otros terópodos, los alosáuridos (a mí personalmente me recuerda al cráneo de un Yangchuanosaurus).


Aquí termina la exposición, pero si vas a seguir viendo el museo, en una pequeña parte de ciencias de la vida hay dos reproducciones que llamaron mi atención. El primero, y más original, es un ejemplar de Confuciusornis, una de las primeras y más primitivas aves que existió (del cretácico chino, para variar) muy conocida y estudiada en la paleontología. Sólo en su cráneo se encuentra un pico sin dientes (propio de aves avanzadas) mezclado con rasgos de reptiles diápsidos (muy primitivos).


La otra reproducción, y con la que me despido, es un enorme cráneo de Triceratops que hace gala de ser el cráneo más grande que existe, cuando este récord está ostentado realmente por el cráneo del Pentaceratops con 2'5m de longitud.

Estimados lectores...

En el día de hoy cumplo 15 años, y quería dedicaros a vosotros, mis lectores, tan sólo unas líneas.

Mi comienzo en el mundo de los dinosaurios, y más tarde de la paleontología, tuvo lugar unas semanas antes de cumplir los 14 años, cuando inspirado por un libro llamado "Larrouse de los Dinosaurios" me decidí a montar una sencilla página web de dinosaurios, Grandes Sauri. Empecé a investigar y leer sobre paleontología de dinosaurios, conocí otras páginas web sobre el tema, foros de paleontología, y gente que compartía mi amor por los dinosaurios. Unos meses después, animado por la idea de estar más en contacto con mis lectores, decidí crear una versión blog de mi página y en él he desarrollado, a mi juicio, mis mejores artículos y secciones.

Hoy, quería daros las gracias a vosotros, mis lectores, que habéis conseguido que este blog, se mantenga fresco, y espero que agunaté muchos años más. En especial agradecimientos a todos aquellos que comentan, ya que vuestros comentarios me motivan a seguir trabajando. Gracias a vosotros, en 213 días el blog ha recibido 7835 visitas.

Y muchas gracias también a todas las páginas de los Enlaces, que habéis contribuido a dar a conocer mi más importante huella en Internet. Muchas gracias a todos los que me habeís apoyado desde que entré en el mundo de la paleontología. En especial daros gracias a Hexo, Zhadow y Dinoman, por todo vuestro apoyo.

En cuanto a mí, sigo trabajando en la última parte de la exposición de Alcobendas, y para conmemorar mi cumpleaños me autoregalo la primera monografía científica sobre dinosaurios publicada en España, que podéis ver en Dinófilos.

Un cordial saludo

domingo, 9 de mayo de 2010

Lesothosaurus

El Lesothosaurus fue uno de los primeros dinosaurios ornitisquios que existieron, ya que vivió hace 213 millones de años. Medía hasta un metro de longitud por 20cm de altura, pesaba 10kg y vivió durante el período Jurásico inicial. Siendo un animal tan pequeño, las únicas defensas del Lesothosaurus eran sus patas, con las que podía salir corriendo en cualquier momento. Se cree que vivía como las gacelas, pastando tranquilamente pero atento a los depredadores y preparado para huir. Sus restos han sido hallados en Lesotho, al sur de África.


Al ser tan antiguo, este dinosaurio ha ayudado a los científicos a sacar suposiciones de cómo se formó la cadera de los ornitisquios. La principal teoría es que el pubis hubiese rotado hacia atrás evolutivamente para ofrecer más espacio al intestino, ya que este tenía que ser más largo que el de los carnívoros, por que la vegetación es más difícil de digerir que la carne. Dentro del orden de los ornistiquios, este dinosaurio no está clasificado en ningún suborden, debido a que sus características anatómicas no concuerdan con ningún otro dinosaurio, es más, por la disposición de sus brazos y sus patas, parece más un depredador que un herbívoro.


Existe la posibilidad de que este dinosaurio fuera herbívoro, ya que aunque sus dientes traseros son semejantes a los de una iguana, los delanteros son puntiagudos, así que tal vez cazase pequeños animales de vez en cuando. Aunque conozcamos relativamente bien la anatomía del Lesothosaurus, seremos incapaces de comprenderlo completamente hasta que encontremos más dinosaurios cercanos a su línea evolutiva.

lunes, 3 de mayo de 2010

Un Tesoro en Alcobendas (II)

Sin frenarnos en absoluto, continuemos con la visita.

Lo siguiente que encontramos es una tierna escena en la que una pareja de ornitomímidos cuidan a su cría (cuyo esqueleto está algo incompleto). En este caso, se trata de Gallimimus, posiblemente el más famoso de los conocidos "imitadores de aves". El Gallimimus ha sido a menudo citado como el dinosaurio más veloz que jamás existió, compitiendo en este puesto con otros ornitomímidos y algunos pequeños terópodos. De hecho, la constitución era de lo más apropiada, no hay más que ver sus finos y esbeltos huesos, que hacían que los 6 metros que medía el bicho no llegaran a pesar ni siquiera media tonelada. Además de sus largos huesos metatarsianos, que le darían una gran movilidad al tobillo. Su tamaño, cuando lo ves en vivo, impacta bastante, pues como corredor siempre de lo imaginas un poco más pequeño de lo que realmente es. Cuando miras su peculiar cráneo y sus largos brazos se te vienen a la cabeza las numerosas incógnitas que rodean a los ornitomímidos, algunas parecidas a las del Oviraptor.



Algunos huevos de dinosaurio se exponen en una vitrina al lado de los Gallimimus, y aunque creo recordar que estaban sin identificar (lástima que no le saqué una foto al cartelito), no hace falta conocer a quién pertenecen para admirar su gran valor histórico. Aunque apenas sé nada sobre huevos, me aventuraría a decir que el grupo 3 (foto) pertenecía lo más seguro a un terópodo (un ornitomímido o un celurosáurido), y el grupo uno tiene toda la pinta de huevos de saurópodo, debido a su forma esférica.


Al otro lado de la vitrina podemos contemplar un esqueleto montado de Anserimimus, otro ornitomímido de menor tamaño (3m) cuya perfección de los huesos me hizo pensar que ese no era original. En cualquier caso, es fantástico admirar sus garras rectas y su largo cuello. Si bien todos los ornitomímidos disponían de brazos largos y delgados, en el Anserimimus esta característica es tan exagerada que se considera el imitador de ave con los brazos más largos en relación al cuerpo.


Un poquito más adelante podemos disfrutar de uno de los fósiles más enigmáticos jamás conocidos, los enormes brazos del Deinocheirus. Este desconocido dinosaurio parece ser que fue un ornitomimosaurio, pero muy peculiar, pues sus grandes extremidades anteriores llegaban a los 2'4m de longitud, y por desgracia no concemos más partes de este impresionante dinosaurio, cuyas reconstrucciones nos dejan a todos boquiabiertos. Desde luego, era un animal muy grande, de más de 10m de longitud y posiblemente herbívoro, pues aunque cueste creerlo, sus extremidades más que para matar parecían estar diseñadas para mover vegetación o para defenderse, en un caso bastante similar al del también presente en la exposición y no menos enigmático Therizinosaurus.


En un estante muy cercano, tenemos un par de esqueletos de Psittacosaurus, dándose la espalda, ambos de la misma especie, quizás la más común (P. mongoliensis). Este pequeño animalito es evolutivamente importante, pues se trata del principal y más famoso antecesro de los fantásticos ceratópsidos como Pentaceratops y Styracosaurus. La protuberancia ósea de la mejilla de este pequeño dinosaurio bípedo constituyó la clave para que los científicos desvelasen que se trataba de ese abuelo de las caras con cuernos. Por si alguien duda, el enorme pico córneo del Psittacosaurus se encargaba de arrancar las planatas que luego masticarían lo numerosos dientes de sus mejillas.


Un dinosaurio un poco más evolucionado es Protoceratops, cuya gola está ya desarrollada y le cubría todo el cuello, la posición cuadrúpeda también estaba presente y el enorme pico córneo seguía aumentando su tamaño. Aunque no medía mucho más que el Psittacosaurus (unos 1'5-2m de longitud) su peso sin duda aumentó mucho debido a los rasgos antes mencionados. Este ceratopsio llamado "la oveja del cretácico", fue la principal presa del Velociraptor, y aunque no dispusiera de cuernos, ya podía librar épicas batallas contra el pequeño dromeosáurido. Aquí en la exposición podemos ver un par de individuos completos y dos cráneos aislados, de los cuales uno pertenecía aún a una cría.



Para finalizar esta segunda parte (que no la exposición), observamos ahora lo que nos ha quedado del Therizinosaurus, un asombroso terópodo que se incluye en su propia familia, Therizinosauridae. Tal vez el aspecto general del animal pudo ser semejante al del Deinocheirus, pero los rasgos del Therizinosaurus son en el fondo muy distintos, y le alejan bastante de ser un ornitomimosaurio. Además, las garras del Therizinosaurus son algo más largas y curvas que las del Deinocheirus. Otro dato que diferencia a los dos "brazudos" es que del Therizinosaurus al menos disponemos de dientes que parecen asegurarnos de que su dieta era herbívora, con el Deinocheirus sólo nos basamos en la especulación. Otros 12m y más de 4 toneladas debió de pesar, según estimaciones no muy fiables, el gran Therizinosaurus.


Así, con estas enormes garras del tamaño de una espada, me despido hasta la tercera y última parte de Un Tesoro en Alcobendas.